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jueves, 10 de septiembre de 2020

INTERNACIONAL

EL 17, UN AUTENTICO MALEFICIO

De las 146 ediciones del Kentucky Derby, nunca un caballo pudo ganar largando de la gatera 17 y esta vez el que lo vivió en carne propia fue el favorito Tiz the Law. Authentic prolongó el hechizo

En la numerología, en el juego de azar, existe una gran variedad de cifras que tienen un sello distintivo. Es muy habitual ver ese ritual de los que acuden rápidamente en busca del número correspondiente a ese sueño vivido, la fábula nocturna que circula en la mente cuando ésta se encuentra en estado de reposo.
Desde tiempos remotos hubo números a los que se los relaciona con hechos, con la superstición, por ejemplo el 17, asociado a la “desgracia”. Y el pasado sábado ese maleficio volvió a aparecer en el hipódromo de Churchill Downs, Louisville, escenario del 146° Kentucky Derby, convertido este año en el segundo paso de la Triple Corona norteamericana, ya que fue aplazado cuatro meses por la pandemia del coronavirus e inéditamente sin espectadores en sus tribunas (aunque demasiados en el Paddock). Con todos esos condimentos, la “Carrera de las Rosas” no iba a ser la misma.
En la previa, asomaba un claro favorito, el candidato de todos, el que surgía como imbatible, Tiz the Law (3/5 en el odds), quien llegaba a esta instancia con el aval de un demoledor triunfo en el Belmont Stakes, primera gema disputada el pasado 20 de junio en Nueva York.
En el momento del sorteo de gateras, a Tiz the Law le tocó el partidor 17 y ahí comenzó a flotar en el aire el presagio de que podía repetirse ese hechizo, ya que nunca un caballo que largó de ese cajón pudo obtener el Kentucky. Pero era Tiz the Law y eso invitaba a que los catedráticos dejaran la creencia del embrujo en un segundo plano.
Pero no fue así. Los que se frotaban las manos esperando el momento de ver en la pista a un potable y nuevo “triplecoronado”, fueron cambiando el semblante cuando el “fierro” de la carrera no podía tomar contacto con el puntero AUTHENTIC, quien partió de la gatera 18, la última jaula, a su flanco exterior ganándole en el pique y asumiendo la vanguardia.
Authentic, caballo que había sembrado dudas a pesar de la victoria en los 1.800 metros del Haskell (Grupo 1) corrido en Monmouth Park lució renovado esta vez y respondiendo plenamente a los 200 metros más de esta ocasión. Resistió a pie firme la presión del favorito con el que redujo la prueba a un mano a mano de extremo a extremo y le quitó la ilusión a Tiz the Law.
Ya no habrá triplecoronado. Mucho tuvo que ver la notable conducción de su jockey, el puertorriqueño John Velázquez quien demostró sus dotes ubicando a su caballo a la descubierta desde la gatera más complicada, la última, la peor de todas sin desesperarse sabiendo como regularle el tren de marcha a un goloso puntero como lo es el hijo de Into Mischief.
Fue corrigiendo su línea de avance paulatinamente con apreciable luz y en esos 400 metros iniciales se adueñó del comando con autoridad con parciales a su antojo: 22’’ 92c; 46’’ 91c; 1’ 10’’ 23c y 1’ 35’’ 23c, para los segmentos de los 400, 800, 1.200 y 1.600 metros.
En el momento en el que las papas quemaban rechazó el embate de Tiz the Law, reaccionando en base a su calidad y distanciándose con firme accionar para llegar a la sentencia acumulando 1 1/4 cuerpo de ventaja sobre el “caballo del comisario” al cabo de 2’ 00’’ 61c para los 2 kilómetros. Detrás de ellos arribaron completando el marcador rentado, Mr. Big News a dos largos y Honor A.P. a 1 3/4 cuerpo.


De la bronca a la alegría

El mentor de la notable victoria de Authentic es, ni más ni menos que su entrenador Bob Baffert, a quien minutos antes de la carrera le brotaba la bronca por los poros sin imaginar lo que vendría a continuación.
Es que al prestigioso cuidador se le caía un soldado cuando le informaban desde la zona de partidores del retiro a último momento de Thousand Words, otro de sus pupilos que iba a tomar parte del cotejo, tras bolearse y ese movimiento brusco provocó la fractura de la muñeca a su asistente Jimmy Barnes.
Lo que asomaba como una tarde negra se transformaba minutos después en gloriosa. Baffert levantaba su sexto Kentucky Derby, lo que no es poca cosa.

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