HOLI RIMOUT contundenteTras haber perdido contra los mejores de su generación, el camino obligado para Holi Rimout (Remote) parecía el Gran Premio Jockey Club (G1). Sin embargo y con la predisposición para la milla del zaino como bandera, el entorno del potrillo "recalculó", metió un golpe de timón y en vez de enfrentarlo a rivales que ya lo habían superado como Irwin (Seek Again), Fiel Amigo (Violence) o Vespaciano (Daniel Boone), optaron por medirlo con los adultos en el igualmente exigente Gran Premio San Isidro (G1) - Copa Dr. Melchor Angel Posse, segunda de las emociones fuertes de una tarde excepcional en el Hipódromo de San Isidro.
Y el ejemplar de El Chesco Viejo entrenado en Mar del Plata por Alex Rodríguez y Marcelo Blanco resolvió el compromiso en forma categórica y respondiendo al alto concepto ganado entre el público, que lo convirtió en el enemigo de la carrera, tras un claro favorito como Hiper Happy (Cityscape) que prometía a ganador un sport de $ 2,85.
Aníbal Cabrera salió de las gateras con un claro objetivo: amansar al ejemplar criado por el haras Firmamento. Porque a lo largo de sus arrimes graduales se había mostrado como un caballo algo apurado. Pero pocos metros le llevaron al jockey platense para darse cuenta de que todo marchaba sobre rieles, y con todo controlado dejó a Holi Rimoute detrás del puntero Codringer (Cosmic Trigger) a la espera de la recta.
Y cuando la recta llegó y Cabrera le mostró intención, el ejemplar propiedad de Walter Rodríguez y Sergio Capaldo dominó en cuatro saltos, se cortó en ganancia y se encomendó a su éxito más importante, ese que alcanzó con tres cuerpos de ventaja sobre Hole In One (Heliostatic). El ganador remarcó su hazaña al emplear el excelente registro de 1m32s19/100 para la milla.
"Me hizo todo sencillo y ganó en forma contundente. El objetivo era serenarlo en carrera y lo logramos. Y cuando lo llamé a correr en la recta salió con mucha potencia. Estoy muy orgulloso y feliz de ganar una carrera de la trascendencia del Gran Premio San Isidro", reconoció Aníbal Cabrera, quien le agregó a su vitrina su tercer trofeo de Grupo 1. Hasta aquí, había logrado el Provincia de Buenos Aires con Suker (Fortunate Joe), en 2007, y la Copa de Plata con Dona Bruja (Storm Embrujado), en 2015.
Con apenas 19 años, las lágrimas en los ojos celeste cielo de Rodríguez fueron la síntesis perfecta de lo que significa un caballo de carreras para quienes están a su alrededor. "Ellos son el motivo de que yo quiera levantarme bien temprano cada mañana", aseguró el chico que comparte la responsabilidad del entrenamiento de Holi Rimout con Blanco.
En una tarde en la que las grandes caballerizas no brillaron, la celeste y blanca de El Chesco Viejo encandiló con gran intensidad. Justo premio para el sacrificado turf marplatense, ese que nutre al turf central y, cada tanto, escribe páginas doradas en el historial.
Tras haber perdido contra los mejores de su generación, el camino obligado para Holi Rimout (Remote) parecía el Gran Premio Jockey Club (G1). Sin embargo y con la predisposición para la milla del zaino como bandera, el entorno del potrillo "recalculó", metió un golpe de timón y en vez de enfrentarlo a rivales que ya lo habían superado como Irwin (Seek Again), Fiel Amigo (Violence) o Vespaciano (Daniel Boone), optaron por medirlo con los adultos en el igualmente exigente Gran Premio San Isidro (G1) - Copa Dr. Melchor Angel Posse, segunda de las emociones fuertes de una tarde excepcional en el Hipódromo de San Isidro.
Y el ejemplar de El Chesco Viejo entrenado en Mar del Plata por Alex Rodríguez y Marcelo Blanco resolvió el compromiso en forma categórica y respondiendo al alto concepto ganado entre el público, que lo convirtió en el enemigo de la carrera, tras un claro favorito como Hiper Happy (Cityscape) que prometía a ganador un sport de $ 2,85.
Aníbal Cabrera salió de las gateras con un claro objetivo: amansar al ejemplar criado por el haras Firmamento. Porque a lo largo de sus arrimes graduales se había mostrado como un caballo algo apurado. Pero pocos metros le llevaron al jockey platense para darse cuenta de que todo marchaba sobre rieles, y con todo controlado dejó a Holi Rimoute detrás del puntero Codringer (Cosmic Trigger) a la espera de la recta.
Y cuando la recta llegó y Cabrera le mostró intención, el ejemplar propiedad de Walter Rodríguez y Sergio Capaldo dominó en cuatro saltos, se cortó en ganancia y se encomendó a su éxito más importante, ese que alcanzó con tres cuerpos de ventaja sobre Hole In One (Heliostatic). El ganador remarcó su hazaña al emplear el excelente registro de 1m32s19/100 para la milla.
"Me hizo todo sencillo y ganó en forma contundente. El objetivo era serenarlo en carrera y lo logramos. Y cuando lo llamé a correr en la recta salió con mucha potencia. Estoy muy orgulloso y feliz de ganar una carrera de la trascendencia del Gran Premio San Isidro", reconoció Aníbal Cabrera, quien le agregó a su vitrina su tercer trofeo de Grupo 1. Hasta aquí, había logrado el Provincia de Buenos Aires con Suker (Fortunate Joe), en 2007, y la Copa de Plata con Dona Bruja (Storm Embrujado), en 2015.
Con apenas 19 años, las lágrimas en los ojos celeste cielo de Rodríguez fueron la síntesis perfecta de lo que significa un caballo de carreras para quienes están a su alrededor. "Ellos son el motivo de que yo quiera levantarme bien temprano cada mañana", aseguró el chico que comparte la responsabilidad del entrenamiento de Holi Rimout con Blanco.
En una tarde en la que las grandes caballerizas no brillaron, la celeste y blanca de El Chesco Viejo encandiló con gran intensidad. Justo premio para el sacrificado turf marplatense, ese que nutre al turf central y, cada tanto, escribe páginas doradas en el historial.
Y el ejemplar de El Chesco Viejo entrenado en Mar del Plata por Alex Rodríguez y Marcelo Blanco resolvió el compromiso en forma categórica y respondiendo al alto concepto ganado entre el público, que lo convirtió en el enemigo de la carrera, tras un claro favorito como Hiper Happy (Cityscape) que prometía a ganador un sport de $ 2,85.
Aníbal Cabrera salió de las gateras con un claro objetivo: amansar al ejemplar criado por el haras Firmamento. Porque a lo largo de sus arrimes graduales se había mostrado como un caballo algo apurado. Pero pocos metros le llevaron al jockey platense para darse cuenta de que todo marchaba sobre rieles, y con todo controlado dejó a Holi Rimoute detrás del puntero Codringer (Cosmic Trigger) a la espera de la recta.
Y cuando la recta llegó y Cabrera le mostró intención, el ejemplar propiedad de Walter Rodríguez y Sergio Capaldo dominó en cuatro saltos, se cortó en ganancia y se encomendó a su éxito más importante, ese que alcanzó con tres cuerpos de ventaja sobre Hole In One (Heliostatic). El ganador remarcó su hazaña al emplear el excelente registro de 1m32s19/100 para la milla.
"Me hizo todo sencillo y ganó en forma contundente. El objetivo era serenarlo en carrera y lo logramos. Y cuando lo llamé a correr en la recta salió con mucha potencia. Estoy muy orgulloso y feliz de ganar una carrera de la trascendencia del Gran Premio San Isidro", reconoció Aníbal Cabrera, quien le agregó a su vitrina su tercer trofeo de Grupo 1. Hasta aquí, había logrado el Provincia de Buenos Aires con Suker (Fortunate Joe), en 2007, y la Copa de Plata con Dona Bruja (Storm Embrujado), en 2015.
Con apenas 19 años, las lágrimas en los ojos celeste cielo de Rodríguez fueron la síntesis perfecta de lo que significa un caballo de carreras para quienes están a su alrededor. "Ellos son el motivo de que yo quiera levantarme bien temprano cada mañana", aseguró el chico que comparte la responsabilidad del entrenamiento de Holi Rimout con Blanco.
En una tarde en la que las grandes caballerizas no brillaron, la celeste y blanca de El Chesco Viejo encandiló con gran intensidad. Justo premio para el sacrificado turf marplatense, ese que nutre al turf central y, cada tanto, escribe páginas doradas en el historial.
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